Comunicado final de las XIX Jornadas Generales
de Pastoral Obrera
Bajo el lema “No os dejéis robar la esperanza” se han celebrado, en Ávila, los
días 16 y 17 de noviembre, las decimonovenas Jornadas Generales de Pastoral
Obrera, que organiza el Departamento de Pastoral Obrera de la CEAS, presidido
por Mons. Antonio Algora
Hernando, Obispo prior de Ciudad Real, con asistencia de delegaciones y
secretariados diocesanos de pastoral obrera de 40 diócesis, y participación de
los Movimientos Apostólicos Obreros. Hemos contado con la presencia y las
palabras de ánimo de Mons. Jesús García Burillo, Obispo de Ávila.
Constatamos que el
desempleo, las condiciones indignas de trabajo, y la falta de esperanza
asociada a esta larga crisis, generan precariedad y vulnerabilidad no solo
laboral, sino precariedad vital. Nuestra sociedad es una sociedad fracturada,
que genera exclusión, que deshumaniza, porque ha puesto al dinero en el centro
de la vida económica, social y política. Nuestra sociedad ha olvidado que la
persona es siempre lo primero, y que sólo
el servicio al bien común de toda la persona y de todas las personas legitima
la acción política y el dinamismo económico.[1] Y
constatamos que esta situación es fruto de la acción interesada de poderes
financieros, económicos y políticos, cuya acción inhumana hemos de seguir
denunciando, por ser contraria al Evangelio.
Constatamos que la
precariedad afecta no solo a las personas individualmente consideradas, sino a
las familias enteras, a los niños y jóvenes, a los mayores, y a la misma
estructura de la convivencia social. El deterioro humano que el desempleo creciente
y la precariedad constante van generando clama ante el Dios de la Vida. Donde no hay
trabajo, falta la
dignidad. No podemos seguir recorriendo esos caminos. En nombre de Dios pedimos, como clamaba
recientemente el Papa Francisco: ¡trabajo, trabajo, trabajo! [2]
Como miembros
de la Iglesia somos conscientes de la necesidad de seguir reivindicando
un trabajo decente para todos que sea expresión de la dignidad esencial de todo
hombre o mujer: un trabajo libremente elegido, que asocie efectivamente a los
trabajadores, hombres y mujeres, al desarrollo de su comunidad; un trabajo que,
de este modo, haga que los trabajadores sean respetados, evitando toda
discriminación; un trabajo que permita satisfacer las necesidades de las
familias y escolarizar a los hijos sin que se vean obligados a trabajar; un
trabajo que consienta a los trabajadores organizarse libremente y hacer oír su
voz; un trabajo que deje espacio para reencontrarse adecuadamente con las
propias raíces en el ámbito personal, familiar y espiritual; un trabajo que
asegure una condición digna a los trabajadores que llegan a la jubilación.[3]
(CV 63) Nuestra sociedad debe buscar caminos para hacer
posible un trabajo humano digno para todas las personas.
Queremos reconocer, valorar, y agradecer cuantos
esfuerzos de solidaridad y humanización, y en pro de estructuras políticas y
económicas más justas van surgiendo en nuestro mundo, y a cuantas personas
–creyentes o no- hacen de la solidaridad con los últimos y de la lucha por la
justicia, su camino de vida.
[1] Cfr. CDSI 398. Cfr. Papa Francisco, Viaje pastoral a Cagliari,
Encuentro con el mundo del trabajo 22.09.2013; Discurso 03.10.2013 en el
aniversario de Pacem in Terri;, y
Discurso 25.05.2013 a la Fundación Centessimus Annus.
[2] Papa Francisco. Viaje pastoral a Cagliari. Encuentro con el mundo
del trabajo 22.09.2013
[3] Cáritas in Veritate 63
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