7 de octubre de 2015

Iglesia por un trabajo decente



“No hay peor pobreza material que la que no permite ganarse el pan y priva de la dignidad del trabajo”. De manera reiterada nos lo recuerda el Papa.

El trabajo es medio imprescindible de realización personal de la propia vocación y reconocimiento de la sagrada dignidad de las personas. Mediante el trabajo construimos la vida social y política y contribuimos al Plan de Dios para la humanidad. Si falta el trabajo, la dignidad humana está herida.

Nuestra realidad queda muy bien resumida por dos titulares:

“Cuatro de cada diez parados llevan más de dos años buscando empleo en Castilla y León. El número de desempleados de larga duración se ha quintuplicado en la comunidad desde finales de 2008 “(El Norte de Castilla, 21 de septiembre de 2015)

El 22% de los chicos y chicas de entre 15 y 24 años trabaja 'de forma involuntaria' en empleos a tiempo parcial frente al 4% de la OCDE” (El Mundo, 22 de septiembre de 2015)

Es, por tanto, ineludible reivindicar la necesidad de un trabajo decente para todas las personas. Debe estar en la agenda política, en las agendas de las entidades sociales y empresariales y en nuestras agendas personales. Y también en las propuestas de nuestra Iglesia.



Como seguidores de Jesucristo, el Obrero de Nazareth, promover y crear un entorno propicio al trabajo decente es esencial para enfrentar los desafíos actuales de creciente injusticia social y desigualdad, reforzando al mismo tiempo la dignidad humana y contribuyendo al bien común. No podemos mirar para otro lado para no ver el sufrimiento humano resultante tanto de estructuras injustas como del egoísmo de las personas que da lugar a formas de trabajo precario o mal remunerado, del tráfico de seres humanos y de trabajo forzado, de variadas formas de desempleo juvenil y de migración forzada.

En España, en Europa y en todo el mundo, el acceso a un trabajo decente debe ser una meta prioritaria de las políticas públicas y de las organizaciones sociales, empresariales y sindicales. Es necesaria la articulación de políticas en España, en la Unión Europea y en el ámbito de Naciones Unidas de cara a la consecución de este objetivo. Es urgente la formulación y puesta en práctica de un nuevo conjunto de objetivos de desarrollo internacionales, junto con unas condiciones de ayuda y unas políticas económicas.

Afirmamos con el Papa Francisco que “nuestro sueño vuela más alto. No hablamos solo de asegurar a todos la comida, o un “decoroso sustento”, sino de que tengan “prosperidad sin exceptuar bien alguno”. Esto implica educación, acceso al cuidado de la salud y especialmente trabajo, porque en el trabajo libre, creativo, participativo y solidario, el ser humano expresa y acrecienta la dignidad de su vida” (EG 192).

España, nuestra Comunidad Autónoma, nuestra provincia no es ajena a la creciente injusticia social, a la creciente desigualdad y a tasas de desempleo muy superiores a la media europea. Por ello, como cristianos el 7 de octubre unimos nuestra voz a la de tantas organizaciones y personas que claman por un trabajo decente para una vida digna.
HERMANDAD OBRERA DE ACCIÓN CATÓLICA DE VALLADOLI