31 de diciembre de 2011

Defendemos el protagonismo político de la familia

Comunicado de Prensa del Movimiento Cultural Cristiano y Camino Juvenil Solidario con motivo de la Fiesta de la Sagrada Familia  2011

El poder político, económico y cultural de este mundo ha desatado un ataque feroz contra la familia. La familia solidaria defensora de la vida, ha sido y es la piedra angular del edificio social y fuente de fraternidad. Por ello, sufre las agresiones de un sistema imperialista cuyo motor es el lucro.

La familia no es fruto de un consenso, ni del capricho de un legislador. La familia es la comunidad abierta de personas, basada en el matrimonio de hombre y mujer, que tratan de vivir un ideal común de justicia y solidaridad, con el compromiso de transformar la realidad que le rodea, conjuntamente con otras familias y personas solidarias. Es ésta la familia que fue capaz de concebir los militantes que hicieron posible la emancipación de los obreros en nuestra historia reciente. Y es también esta familia pobre la que hoy lucha en el Tercer Mundo por su liberación.

No podemos concebir un orden social justo y democrático sin tener en cuenta el papel de la familia, es la familia la que da respuesta a los problemas derivados del envejecimiento de la población, el fracaso escolar, la droga, etc.; estas situaciones, que afectan a grupos mayoritarios de población, son afrontadas por las familias sin el apoyo estatal que requieren.

El panorama empeora: el número de abortos sigue aumentando año tras año, encubriendo los datos con la píldora abortiva, aprobada por el gobierno del PP; aumentan sin cesar los beneficios de banqueros gracias a la especulación de la vivienda que ha desahuciado en España a 200.000 familias desde el comienzo de esta “crisis”; el paro y la precariedad laboral se ha generalizado; las familias inmigrantes no pueden renovar sus permisos de residencia, obligadas a la expulsión o a la esclavitud laboral ; la mayoría de pensiones de nuestros mayores son mínimas, etc.

Mientras, el anterior gobierno del PSOE ha legislado para minorías que dañan el concepto mismo de matrimonio con las exigencias egoístas y corporativas de grupos minoritarios y estériles para la historia de la solidaridad. Celebrar en las calles el día de la familia es hoy más necesario cuando en España entra al gobierno un partido que en legislaturas anteriores, y en su gestión autonómica y municipal, ha aumentado el aborto, la expulsión de inmigrantes, las ventas de armas en guerras y otras agresiones a la vida.

Denunciamos la voluntad de los países enriquecidos de imponer a los países del Tercer Mundo su mentalidad contraceptiva, antes que compartir con ellos las riquezas de la Tierra. En las familias pobres asociadas encontramos los valores que ayudan al florecimiento de la familia solidaria: compartir lo necesario para vivir, una gran generosidad, un sentido de la responsabilidad, una fecundidad mayor y una apertura a cambios sociales radicales.

Los problemas que sufre la familia solo tienen solución en el campo de la política. Por eso  como autogestionarios, APOSTAMOS POR EL PROTAGONISMO DE LAS FAMILIAS FRENTE A LA TIRANÍA DEL ESTADO Y DEL MERCADO.


Defender la familia solidaria es: defender la vida, la justicia, la libertad y la solidaridad.

MCC y Camino Juvenil Solidario

30 de diciembre de 2011

La familia, víctima de la crisis

Comunicado de la Hermandad Obrera de Acción Católica de Valladolid en la festividad de la Sagrada Familia

La Hermandad Obrera de Acción Católica, con motivo de la celebración de la Festividad de la Sagrada Familia el 30 de diciembre de 2011 manifiesta su preocupación por el sufrimiento que la crisis está generando en las familias trabajadoras.

Efectivamente, tal y como señalaba Benedicto XVI recientemente  «en la difícil situación que estamos viviendo asistimos, desgraciadamente, a una crisis del trabajo y de la economía acompañada de una crisis de la familias: los conflictos de pareja, los generacionales, los conflictos entre tiempo familiar y tiempo laboral, la crisis del empleo, crean una compleja situación de malestar que influye en la misma vida social».

Las manifestaciones de esta crisis que sufre la familia son amplias y variadas. Desempleo, de alguno o de todos sus miembros; insuficientes recursos económicos para atender las necesidades más básicas; pérdida de la vivienda o serias dificultades para mantenerla; imposibilidad de una atención adecuada a niños y mayores; problemas educativos; conflictos en la convivencia familiar, en algunos casos llegando a la ruptura; ... son algunas de las situaciones que los militantes de la HOAC constamos a nuestro alrededor.

Desde nuestro ser seguidores de Jesucristo queremos denunciar que esta realidad es el resultado de un sistema económico profundamente inhumano, que en pro del máximo beneficio y rentabilidad sacrifica a las personas y pretende eliminar la posibilidad de vida de éstas en una auténtica familia, entendida como una comunidad de amor que cuida de sus miembros y es protagonista en la construcción de una sociedad más justa y fraterna.

Reconocemos el esfuerzo solidario que muchas familias están realizando con sus miembros más débiles y con las familias que están sufriendo los efectos de la crisis como una manifestación del Espíritu de Amor del Señor en medio de nuestra sociedad.

Invitamos a todas las personas y familias cristianas a fijarnos en la Sagrada Familia y a vivir como ella, como la familia obrera de Nazaret. Una familia que experimenta el sufrimiento ("No había sitio para ellos en la posada" Lc. 2, 7; "José se levantó, tomo de noche al niño y a la madre y huyó a Egipto" Mt. 2, 14), una familia que vive de su trabajo y su esfuerzo, una familia que vive la solidaridad ("María se puso en camino a toda prisa para dirigirse a la montaña" para atender a Isabel. Lc 1, 39), una familia que afrontan juntos los problemas y se preocupan unos por otros (como en el relato de Jesús perdido en el templo de Lucas 2, 42-50), una familia en la que todos crecen (Cf. Lc 2, 51-52), .  Y todo ello porque es una familia con la voluntad de ser instrumento del Plan de Dios y que pone en Él su confianza ("José hizo como le dijo el ángel del Señor" Mt. 1, 24; "He aquí la esclava del Señor, que se cumpla en mi tu Palabra" Lc. 1, 38; "No sabíais que debo estar en la casa de mi Padre" Lc. 2, 49).

Hacemos un llamamiento al conjunto de la sociedad y a las diferentes Administraciones Públicas para que se pongan todos los medios necesarios para proteger a las familias especialmente afectadas por la crisis, de modo que se garanticen sus derechos sociales básicos (protección social, vivienda, sanidad, educación) y se creen las condiciones que permitan un trabajo decente y digno que favorezca el desarrollo de todos y cada uno de los miembros de la familia y de la misma vida familiar.

Para ello consideramos necesario cultivar una cultura de la solidaridad que supere todas las formas de individualismo y egoísmo existentes y fomente la búsqueda del bien común y la justa distribución de los bienes en nuestra sociedad para construir una única familia: la familia humana.
  

16 de diciembre de 2011

Mensaje para la celebración de la Jornada Mundial de la Paz

Educar a los jóvenes en la justicia y la paz



 

Mensaje de su santidad Benedicto XVI para la celebración de la Jornada Mundial de la Paz


1. EL COMIENZO DE UN AÑO NUEVO, don de Dios a la humanidad, es una invitación a desear a todos, con mucha confianza y afecto, que este tiempo que tenemos por delante esté marcado por la justicia y la paz.

¿Con qué actitud debemos mirar el nuevo año? En el salmo 130 encontramos una imagen muy bella. El salmista dice que el hombre de fe aguarda al Señor «más que el centinela la aurora» (v. 6), lo aguarda con una sólida esperanza, porque sabe que traerá luz, misericordia, salvación. Esta espera nace de la experiencia del pueblo elegido, el cual reconoce que Dios lo ha educado para mirar el mundo en su verdad y a no dejarse abatir por las tribulaciones.

Os invito a abrir el año 2012 con dicha actitud de confianza. Es verdad que en el año que termina ha aumentado el sentimiento de frustración por la crisis que agobia a la sociedad, al mundo del trabajo y la economía; una crisis cuyas raíces son sobre todo culturales y antropológicas. Parece como si un manto de oscuridad hubiera descendido sobre nuestro tiempo y no dejara ver con claridad la luz del día.

En esta oscuridad, sin embargo, el corazón del hombre no cesa de esperar la aurora de la que habla el salmista. Se percibe de manera especialmente viva y visible en los jóvenes, y por esa razón me dirijo a ellos teniendo en cuenta la aportación que pueden y deben ofrecer a la sociedad. Así pues, quisiera presentar el Mensaje para la XLV Jornada Mundial de la Paz en una perspectiva educativa: «Educar a los jóvenes en la justicia y la paz», convencidos de que ellos, con su entusiasmo y su impulso hacia los ideales, pueden ofrecer al mundo una nueva esperanza.

Mi mensaje se dirige también a los padres, las familias y a todos los estamentos educativos y formativos,así como a los responsables en los distintosámbitos de la vida religiosa, social, política, económica, cultural y de la comunicación. Prestar atención al mundo juvenil, saber escucharlo y valorarlo, no es sólo una oportunidad, sino un deber primario de toda la sociedad, para la construcción de un futuro de justicia y de paz.

Se ha de transmitir a los jóvenes el aprecio por el valor positivo de la vida, suscitando en ellos el deseo de gastarla al servicio del bien. Éste es un deber en el que todos estamos comprometidos en primera persona.

Las preocupaciones manifestadas en estos últimos tiempos por muchos jóvenes en diversas regiones del mundo expresan el deseo de mirar con fundada esperanza el futuro. En la actualidad, muchos son los aspectos que les preocupan: el deseo de recibir una formación que les prepare con más profundidad a afrontar la realidad, la difi cultad de formar una familia y encontrar un puesto estable de trabajo, la capacidad efectiva de contribuir al mundo de la política, de la cultura y de la economía, para edificar una sociedad con un rostro más humano y solidario.

Es importante que estos fermentos, y el impulso idealista que contienen, encuentren la justa atención en todos los sectores de la sociedad. La Iglesia mira a los jóvenes con esperanza, confía en ellos y les anima a buscar la verdad, a defender el bien común, a tener una perspectiva abierta sobre el mundo y ojos capaces de ver «cosas nuevas» (Is 42,9; 48,6).

Los responsables de la educación


2. La educación es la aventura más fascinante y difícil de la vida. Educar –que viene de educere en latín– significa conducir fuera de sí mismos para introducirles en la realidad, hacia una plenitud que hacer crecer a la persona. Ese proceso se nutre del encuentro de dos libertades, la del adulto y la del joven.

Requiere la responsabilidad del discípulo, que ha de estar abierto a dejarse guiar al conocimiento de la realidad, y la del educador, que debe de estar dispuesto a darse a sí mismo. Por eso, los testigos auténticos, y no simples dispensadores de reglas o informaciones, son más necesarios que nunca; testigos que sepan ver más lejos que los demás, porque su vida abarca espacios más amplios. El testigo es el primero en vivir el camino que propone.

¿Cuáles son los lugares donde madura una verdadera educación en la paz y en la justicia? Ante todo la familia, puesto que los padres son los primeros educadores. La familia es la célula originaria de la sociedad. «En la familia es donde los hijos aprenden los valores humanos y cristianos que permiten una convivencia constructiva y pacífica. En la familia esdonde se aprende la solidaridad entre las generaciones, el respeto de las reglas, el perdón y la acogida del otro».1 Ella es la primera escuela donde se recibe educación para la justicia y la paz.

Vivimos en un mundo en el que la familia, y también la misma vida, se ven constantemente amenazadas y, a veces, destrozadas. Unas condiciones de trabajo a menudo poco conciliables con las responsabilidades familiares, la preocupación por el futuro, los ritmos de vida frenéticos, la emigración en busca de un sustento adecuado, cuando no de la simple supervivencia, acaban por hacer difícil la posibilidad de asegurar a los hijos uno de los bienes más preciosos: la presencia de los padres; una presencia que les permita cada vez más compartir el camino con ellos, para poder transmitirles esa experiencia y cúmulo de certezas que se adquieren con los años, y que sólo se pueden comunicar pasando juntos eltiempo. Deseo decir a los padres que no se desanimen. Que exhorten con el ejemplo de su vida a los hijos a que pongan la esperanza ante todo en Dios, el único del que mana justicia y paz auténtica.

Quisiera dirigirme también a los responsables de las instituciones dedicadas a la educación: que vigilen con gran sentido de responsabilidad para que se respete y valore en toda circunstancia la dignidad de cada persona. Que se preocupen de que cada joven pueda descubrir la propia vocación, acompañándolo mientras hace fructificar los dones que el Señor le ha concedido. Que aseguren a las familias que sus hijos puedan tener un camino formativo que se contradiga con su conciencia y principios religiosos.

Que todo ambiente educativo sea un lugar de apertura al otro y a lo transcendente; lugar de diálogo, de cohesión y de escucha, en el que el joven se sienta valorado en sus propias potencialidades y riqueza interior, y aprenda a apreciar a los hermanos. Que enseñe a gustar la alegría que brota de vivir día a día la caridad y la compasión por el prójimo, y de participar activamente en la construcción de una sociedad más humana y fraterna.

Me dirijo también a los responsables políticos, pidiéndoles que ayuden concretamente a las familias e instituciones educativas a ejercer su derecho-deber de educar. Nunca debe faltar una ayuda adecuada a la maternidad y a la paternidad. Que se esfuercen para que a nadie se le niegue el derecho a la instrucción y las familias puedan elegir libremente las estructuras educativas que consideren más idóneas para el bien de sus hijos. Que trabajen para favorecer el reagrupamiento de las familias divididas por la necesidad de encontrar medios de subsistencia. Ofrezcan a los jóvenes una imagen límpida de la política, como verdadero servicio al bien de todos.

No puedo dejar de hacer un llamamiento, además, al mundo de los medios, para que den su aportación educativa. En la sociedad actual, los medios de comunicación de masas tienen un papel particular: no sólo informan, sino que también forman el espíritu de sus destinatarios y, por tanto, pueden dar una aportación notable a la educación de los jóvenes. Es importante tener presente que los lazos entre educación y comunicación son muy estrechos: en efecto, la educación se produce mediante la comunicación, que influye positiva o negativamente en la formación de la persona.

También los jóvenes han de tener el valor de vivir ante todo ellos mismos lo que piden a quienes están en su entorno. Les corresponde una gran responsabilidad: que tengan la fuerza de usar bien y conscientemente la libertad. También ellos son responsables de la propia educación y formación en la justicia y la paz.

Educar en la verdad y en la libertad

3. San Agustín se preguntaba: «Quid enim fortius desiderat anima quam veritatem? - ¿Ama algo el alma con más ardor que la verdad?».2 El rostro humano de una sociedad depende mucho de la contribución de la educación a mantener viva esa cuestión insoslayable. En efecto, la educación persigue la formación integral de la persona, incluida la dimensión moral y espiritual del ser, con vistas a su fin último y al bien de la sociedad de la que es miembro. Por eso, para educar en la verdad es necesario saber sobre todo quién es la persona humana, conocer su naturaleza.

Contemplando la realidad que lo rodea, el salmista reflexiona: «Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado. ¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano, para que de él te cuides?» (Sal 8,4-5). Ésta es la cuestión fundamental que hay que plantearse: ¿Quién es el hombre? El hombre es un ser que alberga en su corazón una sed de infinito, una sed de verdad –no parcial, sino capaz de explicar el sentido de la vida– porque ha sido creado a imagen y semejanza de Dios. Así pues, reconocer con gratitud la vida como un don inestimable lleva a descubrir la propia dignidad profunda y la inviolabilidad de toda persona. Por eso, la primera educación consiste en aprender a reconocer en el hombre la imagen del Creador y, por consiguiente, a tener un profundo respeto por cada ser humano y ayudar a los otros a llevar una vida conforme a esta altísima dignidad.

Nunca podemos olvidar que «el auténtico desarrollo del hombre se refiere a la totalidad de la persona en todas sus dimensiones»,3 incluida la trascendente, y que no se puede sacrificar a la persona para obtener un bien particular, ya sea económico o social, individual o colectivo. Sólo en la relación con Dios comprende también el hombre el significado de la propia libertad. Y es cometido de la educación el formar en la auténtica libertad. Ésta no es la ausencia de vínculos o el dominio del libre albedrío, no es el absolutismo del yo.

El hombre que cree ser absoluto, no depender de nada ni de nadie, que puede hacer todo lo que se le antoja, termina por contradecir la verdad del propio ser, perdiendo su libertad. Por el contrario, el hombre es un ser relacional, que vive en relación con los otros y, sobre todo, con Dios. La auténtica libertad nunca se puede alcanzar alejándose de Él.

La libertad es un valor precioso, pero delicado; se la puede entender y usar mal. «En la actualidad, un obstáculo particularmente insidioso para la obra educativa es la masiva presencia, en nuestra sociedad y cultura, del relativismo que, al no reconocer nada como definitivo, deja como última medida sólo el propio yo con sus caprichos; y, bajo la apariencia de la libertad, se transforma para cada uno en una prisión, porque separa al uno del otro, dejando a cada uno encerrado dentro de su propio “yo”. Por consiguiente, dentro de ese horizonte relativista no es posible una auténtica educación, pues sin la luz de la verdad, antes o después, toda persona queda condenada a dudar de la bondad de su misma vida y de las relaciones que la constituyen, de la validez de su esfuerzo por construir con los demás algo en común».4

Para ejercer su libertad, el hombre debe superar por tanto el horizonte del relativismo y conocer la verdad sobre sí mismo y sobre el bien y el mal. En lo más íntimo de la conciencia el hombre descubre una ley que él no se da a sí mismo, sino a la que debe obedecer y cuya voz lo llama a amar, a hacer el bien y huir del mal, a asumir la responsabilidad del bien que ha hecho y del mal que ha cometido.5 Por eso, el ejercicio de la libertad está íntimamente relacionado con la ley moral natural, que tiene un carácter universal, expresa la dignidad de toda persona, sienta la base de sus derechos y deberes fundamentales, y, por tanto, en último análisis, de la convivencia justa y pacífica entre las personas.

El uso recto de la libertad es, pues, central en la promoción de la justicia y la paz, que requieren el respeto hacia uno mismo y hacia el otro, aunque se distancie de la propia forma de ser y vivir. De esa actitud brotan los elementos sin los cuales la paz y la justicia se quedan en palabras sin contenido: la confianza recíproca, la capacidad de entablar un diálogo constructivo, la posibilidad del perdón, que tantas veces se quisiera obtener pero que cuesta conceder, la caridad recíproca, la compasión hacia los más débiles, así como la disponibilidad para el sacrificio.

Educar en la justicia


4. En nuestro mundo, en el que el valor de la persona, de su dignidad y de sus derechos, más allá de las declaraciones de intenciones, está seriamente amenazado por la extendida tendencia a recurrir exclusivamente a los criterios de utilidad, del beneficio y del tener, es importante no separar el concepto de justicia de sus raíces transcendentes. La justicia, en efecto, no es una simple convención humana, ya que lo que es justo no está determinado originariamente por la ley positiva, sino por la identidad profunda del ser humano. La visión integral del hombre es lo que permite no caer en una concepción contractualista de la justicia y abrir también para ella el horizonte de la solidaridad y del amor.6

No podemos ignorar que ciertas corrientes de la cultura moderna, sostenida por principios económicos racionalistas e individualistas, han sustraído al concepto de justicia sus raíces transcendentes, separándolo de la caridad y la solidaridad: «La “ciudad del hombre” no se promueve sólo con relaciones de derechos y deberes sino, antes y más aún, con relaciones de gratuidad, de misericordia y de comunión. La caridad manifiesta siempre el amor de Dios también en las relaciones humanas, otorgando valor teologal y salvífico a todo compromiso por la justicia en el mundo».7 «Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados» (Mt 5,6). Serán saciados porque tienen hambre y sed de relaciones rectas con Dios, consigo mismos, con sus hermanos y hermanas, y con toda la creación.

Educar en la paz

5. «La paz no es sólo ausencia de guerra y no se limita a asegurar el equilibrio de fuerzas adversas. La paz no puede alcanzarse en la tierra sin la salvaguardia de los bienes de las personas, la libre comunicación entre los seres humanos, el respeto de la dignidad de las personas y de los pueblos, la práctica asidua de la fraternidad».8 La paz es fruto de la justicia y efecto de la caridad. Y es ante todo don de Dios. Los cristianos creemos que Cristo es nuestra verdadera paz: en Él, en su cruz, Dios ha reconciliado consigo al mundo y ha destruido las barreras que nos separaban a unos de otros (cf. Ef 2,14-18); en Él, hay una única familia reconciliada en el amor.

Pero la paz no es sólo un don que se recibe, sino también una obra que se ha de construir. Para ser verdaderamente constructores de la paz, debemos ser educados en la compasión, la solidaridad, la colaboración, la fraternidad; hemos de ser activos dentro de las comunidades y atentos a despertar las consciencias sobre las cuestiones nacionales e internacionales, así como sobre la importancia de buscar modos adecuados de redistribución de la riqueza, de promoción del crecimiento, de la cooperación al desarrollo y de la resolución de los conflictos.

«Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios» (Mt 5,9). La paz para todos nace de la justicia de cada uno y ninguno puede eludir este compromiso esencial de promover la justicia, según las propias competencias y responsabilidades. Invito de modo particular a los jóvenes, que mantienen siempre viva la tensión hacia los ideales, a tener la paciencia y constancia de buscar la justicia y la paz, de cultivar el gusto por lo que es justo y verdadero, aun cuando esto pueda comportar sacrificio e ir contracorriente.

Levantar los ojos a Dios


6. Ante el difícil desafío que supone recorrer la vía de la justicia y de la paz, podemos sentirnos tentados de preguntarnos como el salmista: «Levanto mis ojos a los montes: ¿de dónde me vendrá el auxilio?» (Sal 121,1). Deseo decir con fuerza a todos, y particularmente a los jóvenes: «No son las ideologías las que salvan el mundo, sino sólo dirigir la mirada al Dios viviente, que es nuestro creador, el garante de nuestra libertad, el garante de lo que es realmente bueno y auténtico [...], mirar a Dios, que es la medida de lo que es justo y, al mismo tiempo, es el amor eterno. Y ¿qué puede salvarnos sino el amor?».9 El amor se complace en la verdad, es la fuerza que nos hace capaces de comprometernos con la verdad, la justicia, la paz, porque todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta (cf. 1 Co 13,1-13).

Queridos jóvenes, vosotros sois un don precioso para la sociedad. No os dejéis vencer por el desánimo ante a las dificultades y no os entreguéis a las falsas soluciones, que con frecuencia se presentan como el camino más fácil para superar los problemas. No tengáis miedo de comprometeros, de hacer frente al esfuerzo y al sacrificio, de elegir los caminos que requieren fidelidad y constancia, humildad y dedicación. Vivid con confianza vuestra juventud y esos profundos deseos de felicidad, verdad, belleza y amor verdadero que experimentáis. Vivid con intensidad esta etapa de vuestra vida tan rica y llena de entusiasmo.

Sed conscientes de que vosotros sois un ejemplo y estímulo para los adultos, y lo seréis cuanto más os esforcéis por superar las injusticias y la corrupción, cuanto más deseéis un futuro mejor y os comprometáis en construirlo. Sed conscientes de vuestras capacidades y nunca os encerréis en vosotros mismos, sino sabed trabajar por un futuro más luminoso para todos. Nunca estáis solos. La Iglesia confía en vosotros, os sigue, os anima y desea ofreceros lo que tiene de más valor: la posibilidad de levantar los ojos hacia Dios, de encontrar a Jesucristo, Aquel que es la justicia y la paz.

A todos vosotros, hombres y mujeres preocupados por la causa de la paz. La paz no es un bien ya logrado, sino una meta a la que todos debemos aspirar. Miremos con mayor esperanza al futuro, animémonos mutuamente en nuestro camino, trabajemos para dar a nuestro mundo un rostro más humano y fraterno y sintámonos unidos en la responsabilidad respecto a las jóvenes generaciones de hoy y del mañana, particularmente en educarlas a ser pacíficas y artífices de paz. Consciente de todo ello, os envío estas reflexiones y os dirijo un llamamiento: unamos nuestras fuerzas espirituales, morales y materiales para «educar a los jóvenes en la justicia y la paz».

Vaticano, 8 de diciembre de 2011

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Notas

1 Discurso a los Administradores de la Región del Lacio, del Ayuntamiento y de la Provincia de Roma, (14 enero 2011), L’Osservatore Romano, ed. en lengua española (23 enero 2011)

2 Comentario al Evangelio de S. Juan, 26,5.

3 Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 11: AAS 101 (2009), 648; cf. PABLO VI, Carta enc. Populorum progressio (26 marzo 1967), 14: AAS 59 (1967), 264.

4 Discurso en la ceremonia de apertura de la Asamblea eclesial de la diócesis de Roma (6 junio 2005): AAS 97 (2005), 816.

5 Cf. CONC. ECUM. VAT. II, Const. past. Gaudium et spes, 16.

6 Cf. Discurso en el Bundestag (Berlín, 22 septiembre 2011): L’Osservatore Romano, ed. en lengua española (25 septiembre 2011), 6-7.

7 Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 6: AAS 101 (2009), 644-645.

8 Catecismo de la Iglesia Católica, 2304.

9 Vigilia de oración con los jóvenes (Colonia, 20 agosto 2005): AAS 97 (2005), 885-886.

© Librería Editorial Vaticana

6 de diciembre de 2011

Un reto importante: Trabajo y digno

El mes de noviembre fue intenso en la vida política de nuestro país. Los ciudadanos fuimos convocados a unas elecciones generales para renovar las Cortes (Senado y Congreso) y, con ello, el Gobierno de la Nación. Esa intensidad se mantiene en el mes de diciembre ya que a mediados se constituyen las Cortes y a finales tomará posesión el nuevo Gobierno, momento en el que conoceremos sus proyectos para esta nueva legislatura.

Conviene recordar que los ciudadanos seguimos siendo protagonistas de la vida Política (y si no es así tenemos que hacer lo posible por serlo). No podemos descargar nuestra responsabilidad en aquellos que han resultado elegidos. Es más, estamos llamados a exigirles que trabajen por el bien común. El gran problema es que nuestra democracia no tiene articulados mecanismos para ello y los electos no parecen estar tan interesados (al menos esa es la experiencia hasta ahora) por contactar con la ciudadanía como cuando ha estado solicitando nuestro voto. No obstante, no podemos resignarnos y a través de los cauces que sea hemos de hacer llegar nuestra voz.

Uno de los retos más importantes que hemos de afrontar como sociedad, y que el nuevo gobierno deberá impulsar, es el del trabajo. El mes de diciembre comenzaba con la noticia de un importante incremento del desempleo (en noviembre un 1,51 %, con 44.566 parados en Valladolid). También en los primeros días de diciembre celebrábamos el Aniversario de la Constitución Española, que en su artículo 35 dice: “Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de profesión u oficio, a la promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia, sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo”.

Para quienes vivimos animados por el Espíritu de Jesucristo, el acceso a un trabajo no es sólo cuestión de un derecho y un deber, sino que, dado que está en juego la dignidad de la persona, es un reto moral: “el paro provoca hoy nuevas formas de irrelevancia económica, y la actual crisis sólo puede empeorar dicha situación. El estar sin trabajo durante mucho tiempo, o la dependencia prolongada de la asistencia pública o privada, mina la libertad y la creatividad de la persona y sus relaciones familiares y sociales, con graves daños en el plano psicológico y espiritual. Quisiera recordar a todos, en especial a los gobernantes que se ocupan en dar un aspecto renovado al orden económico y social del mundo, que el primer capital que se ha de salvaguardar y valorar es el hombre, la persona en su integridad”. (CIV 25).

Los cristianos, personal y comunitariamente, estamos llamados a reclamar a las autoridades políticas y a la sociedad en su conjunto un trabajo para todos, un trabajo que permita y fomente el desarrollo de la persona y su vida familiar y social, un trabajo que dignifique a quien lo realiza y contribuya al bien común construyendo la familia humana.

5 de diciembre de 2011

¿Que hacer con las pensiones?

Uno de los asuntos siempre delicados en el debate socio-político es sin duda el de la protección social y, especialmente, las pensiones.

Dependiendo de como se plantee el tema así será la respuesta que se le dé. Para ello, el número 5 de los CUADERNOS HOAC nos aporta una interesante reflexión para poder tener un criterio acorde con la Doctrina Social de la Iglesia. Animamos a su lectura. [ + info ]

4 de diciembre de 2011

Juventud, trabajo y evangelización


El Secretariado Diocesano de Pastoral Obrera organiza la Jornada Diocesana anual el sábado 21 de enero de 2012, de 10.30 a 14.00 horas, en la Casa de Acción Católica.

Este año, el contenido de la Jornadas girará en torno a la situación laboral que atraviesan los jóvenes en este momento y cómo anunciar en ese contexto la buena noticia del Evangelio de Jesucristo.

Contaremos con la participación del Consiliario de la JOC, Javier García.

21 de noviembre de 2011

Contra la crisis, otra economía y otra forma de vivir

En lugar de servir para acabar con las injusticias y desigualdades que la provocaron, la crisis actual va a terminar dando lugar a otra más grande y aumentando el poder de los grupos oligárquicos, a costa de empeorar la condición de vida de millones de personas que ahora están más empobrecidas que antes de la crisis.

Este libro de Juan Torres López presenta una serie de textos en los que analiza por qué eso ha sido así y en los que demuestra que sólo pensando y viviendo de otro modo será posible poner en marcha políticas económicas que eviten nuevas crisis en el futuro. Para abrir boca, una entrevista con Juan Torres.

Para más información pinchar aquí.

20 de noviembre de 2011

Colabora con la JOC



La Juventud Obrera Cristiana de España está realizando una campaña de extensión para la que pide la colaboración de personas y entidades preocupadas por la promoción y evangelización de los jóvenes del mundo obrero. Su larga experiencia demuestra que la JOC es un instrumento de la Iglesia apropiado para acercar a Jesucristo a los jóvenes trabajadores y a estos jóvenes a su Iglesia.

Para colaborar pincha aquí.

15 de noviembre de 2011

Campaña de la JOC por la dignidad


La lucha por la dignidad es el gran desafío que atraviesa hoy nuestra sociedad: conseguir vivir y convivir con dignidad entre todas las personas que habitamos este mundo.

Somos testigos de multitud de situaciones que denuncian por sí mismas la falta de dignidad que los jóvenes sufrimos en nuestras vidas cotidianas. El origen familiar, el paro, la menor cualificación profesional y menor protección social, el fracaso escolar, la dificultad de emancipación y de acceso a una vivienda digna o las expectativas de vida son rasgos que definen a los jóvenes más desfavorecidos, a los más precarios. A los jóvenes de clase obrera.

Algunas de las conquistas de bienestar (educación, cultura, sanidad, vivienda, empleo, libertad de expresión, de organización, etc...) se están rompiendo en la Europa de hoy. Y también el mundo del trabajo está sufriendo profundos cambios con graves consecuencias sobre la vida de las personas: se modifican las bases del modelo de vida social que hemos conocido hasta ahora.

Con su impresionante sencillez, profundidad y sentido evangélico, Cardijn ya resumió estas reflexiones de una forma certera y lúcida, mostrando su indignación ante la explotación de los jóvenes trabajadores de unas minas de oro en Sudáfrica. Tras la visita a las mismas, Cardijn dijo: "Un joven trabajador vale más que todo el oro del mundo, porque no es un esclavo, ni una máquina, ni un animal de carga, sino un hijo de Dios".

Y desde la JOC queremos partir de la indignación y la rebeldía que nos están provocando tantas situaciones que vivimos hoy para transformar esa realidad construyendo dignidad. Con este objetivo JOC de Europa empezó el 1º de mayo de 2010 la CAMPAÑA europea DIGNITY!, que finalizará en agosto de 2012 en el Consejo Internacional de la JOC.


JUVENTUD OBRERA CRISTIANA

13 de noviembre de 2011

Comunicado de las XVII Jornadas de Pastoral Obrera

Organizadas por el Departamento de Pastoral Obrera de la CEAS, de la Conferencia Episcopal, han tenido lugar en Ávila, los días 12 y 13 de noviembre de 2011, las XVII Jornadas Generales de Pastoral Obrera, con participación de ochenta miembros de las Delegaciones y Secretariados Diocesanos de 30 diócesis españolas, y de los Movimientos Apostólicos Obreros, presididos por Mons. Antonio Algora Hernando, Obispo de Ciudad Real y responsable de Pastoral Obrera, de la CEAS, y con la asistencia de Mons. Jesús García Burillo, Obispo de Ávila.


Nos convoca, en este treinta aniversario de la publicación de Laborem Exercens, y en el 50 aniversario de Mater et Magistra, la candente situación de desempleo que afecta en nuestro país a cinco millones de personas, y a sus familias, en un contexto de crisis globalizada, producida por una economía deshumanizadora que ha olvidado su función de estar al servicio de las personas.

Ayudados por la reflexión de Juan Torres López e Ildefonso Camacho Lara, y después de dialogar con representantes de diversas organizaciones sindicales, cuyo papel queremos valorar y reconocer acogiendo lo que dijera Laborem Exercens (n. 20), así como de tantos militantes cristianos que en ellas realizan su compromiso apostólico para hacer posibles estructuras de solidaridad y justicia en nuestro mundo, hemos compartido experiencias de acompañamiento pastoral del mundo obrero y del trabajo que se van realizando en distintas diócesis, y hemos querido reflexionar y respondernos a la pregunta: ¿qué podemos y debemos aportar los cristianos como Iglesia presente en el mundo del trabajo?

La respuesta la ha dado el Papa Benedicto XVI en su reciente viaje pastoral a Alemania "la Iglesia debe abrirse una y otra vez a las preocupaciones del mundo y dedicarse a ellas sin reservas". Esto significa testimoniar, según el Evangelio, con palabras y obras, aquí y ahora, el señorío del amor de Dios... Vivamos como individuos y como comunidad de la Iglesia la sencillez de un gran amor que, en el mundo, es al mismo tiempo lo más fácil y lo más difícil, porque exige nada más y nada menos que el darse a sí mismo. (Discurso en el Encuentro con católicos comprometidos en la Iglesia y en la sociedad en el Konzerthaus de Friburgo de Brisgovia (25 de septiembre de 2011)

Vivimos en un mundo afónico y atónito ante la involución de derechos perpetrada en aras de una salida de la crisis que no se ve por ningún lado, y cuando parece que la única salida pasa por recortar (en puestos de trabajo, en derechos sociales, sindicales, salariales...) sin que nadie se atreva a denunciar cómo se ha llegado hasta aquí y quienes son los responsables. Parece que detrás no hay personas ni vidas truncadas. Y peor, parece que todo nos resulta ajeno. El gran riesgo de este mundo nuestro es volverse sordo e indiferente ante el sufrimiento de los pobres.

El paro y la precariedad son, hoy, un ataque sin precedentes a la dignidad de las personas. La situación económica convierte a las personas en mercancías. La falta de trabajo y la precariedad del mismo atentan contra la dignidad del hombre, creando no sólo situaciones de injusticia y de pobreza, que frecuentemente degeneran en desesperación, criminalidad y violencia, sino también crisis de identidad en las personas. Es urgente, pues, que surjan por doquier medidas eficaces, planteamientos serios y atinados, así como una voluntad inquebrantable y franca que lleve a encontrar caminos para que todos tengan acceso a un trabajo digno, estable y bien remunerado, mediante el cual se santifiquen y participen activamente en el desarrollo de la sociedad. Benedicto XVI (Mensaje al II CONGRESO NACIONAL DE LA FAMILIA EN EL ECUADOR 9-12 NOVIEMBRE 2011)

Por eso, en esta situación, como Iglesia nos sentimos llamados a seguir denunciando los mecanismos perversos de esta economía que impiden que esté al servicio de las personas y su dignidad. Especialmente debemos rechazar la deshumanización que lleva consigo la situación de desempleo que afecta a tantísimas personas y sus familias. Nos sentimos llamados a testimoniar con nuestras personas y comunidades la vida que por Jesucristo nos lleva a poner de manifiesto que otra economía, otra política, otro mundo es posible, siempre que pongamos en el centro de la vida las necesidades de los más pobres.


Ávila, 13 de noviembre de 2011

6 de noviembre de 2011

XVII Jornadas Generales de Pastoral Obrera

Los días 12 y 13 de noviembre, en el Seminario Diocesano de Avila, se van a celebrar las XVII Jornadas Generales de Pastoral Obrera organizadas por el Departamento de Pastoral Obrera de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar de la Conferencia Episcopal Española.

Estas Jornadas se convocan con el lema "LA PLAGA DEL DESEMPLEO, UNA VERDADERA CALAMIDAD SOCIAL", recordando el número 18 de la Encíclica de Juan Pablo II sobre el Trabajo Humano, "Laborem Exercens", de la que se conmemora su XXX Aniversario.

En estas Jornadas se pretende:
  • Reflexionar sobre la realidad del desempleo en la nueva configuración del trabajo. La mirada a los hechos.
  • Aportar el juicio cristiano de esta situación a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia y el Evangelio.
  • Conocer la acción y las propuestas sindicales en relación al desempleo.
  • Concretar propuestas para el acompañamiento pastoral y la presencia evangelizadora con los
    trabajadores desempleados.
En representación de la diócesis de Valladolid acudirá el Director del Secretariado Diocesano de Pastoral Obrera.

4 de noviembre de 2011

Criterios de la DSI para las elecciones generales

El jueves 3 de noviembre se celebró el Foro "Cristianos en la Sociedad" dedicado a Los Cristianos y las elecciones generales. Se realizó en la Casa de Acción Católica de Valladolid y contó con una nutrida participación. Organizado por el Secretariado Diocesano de Pastoral Obrerá fue convocado también por la Delegación de Apostolado Seglar, la Escuela Diocesana de Formación, la Acción Católica General y la Hermandad Obrera de Acción Católica.

Se inició el Foro con una breve exposición sobre los criterios que nos ofrece la Doctrina Social de la Iglesia y que hay que tener en cuenta a la hora de discernir el sentido del voto, acompañados de unas preguntas que para hacerse en el estudio de las propuestas electorales:
1) La dignidad de la persona.¿Cómo queda la persona, su realización, su vocación, su dignidad y responsabilidad?
2) La búsqueda del bien común. En los programas electorales, ¿qué se propone para que cada ser humano reconozca a un hermano en todas y cada una de las personas, y cómo se contribuye y trabaja por el bien común? sería otra pregunta a hacer.
3) La prioridad de los pobres.¿Cómo se responde a las necesidades y derechos de los más necesitados y pobres?.
4) El fomento de la participación.¿Cómo se plantea el avance y desarrollo de la democracia como modelo humanizador de organización social?, ¿Cómo se fomenta la participación y el asociacionismo?

Se realizó también una mención a la Encíclica de Juan XXIII, Mater e magistra, de la que se celebran en este sus cincuenta años. La lectura de unos párrafos de la misma sirvió para recordar que la economía tiene que estar al servicio de la persona, por lo que se añadió una quinta pregunta : ¿Contribuyen la propuestas electorales a la realización de una economía al servicio del ser humano, al crecimiento de toda la persona y de todas las personas, distribuyendo la riqueza para evitar su acumulación en unas pocas manos?

Expuestos estos criterios, D. Antonio Garrosa, que fue diputado por Valladolid, compartió su experiencia como cristiano de participación política.

Con un animado diálogo posterior se llegó a la conclusión de la necesidad de una mayor implicación en la política a través de los diferentes cauces existentes (partidos políticos, sindicatos, asociaciones, ...), para lo que es necesario avanzar en la formación de la conciencia social de los laicos y en el acompañamiento eclesial de quienes están participando en los ámbitos socio-políticos. Sólo desde esa implicación será posible la contribuición de los cristianos a la regeneración ética de la vida política.

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30 de octubre de 2011

Ejercicio con responsabilidad moral del derecho al voto


Como ya es conocido por todos, los ciudadanos estamos convocados el 20 de noviembre a unas elecciones generales. Si siempre éste es un momento importante, en esta ocasión, teniendo en cuenta la situación económica y social crítica en que nos encontramos, adquiere una significación especial.

Los cristianos debemos ejercer «el derecho al voto con libertad y responsabilidad», como nos recuerda la Instrucción pastoral de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española "Los Católicos en la vida pública" en su número 122, instrucción que indica en el 118 el sentido del voto: «el motivo determinante al emitir el voto consiste en elegir aquellos partidos y aquellas personas que ofrezcan más garantías de favorecer realmente el bien común considerado en toda su integridad». Concreta más: en el bien común hay que considerar las necesidades de la mayoría de la población, especialmente de los más necesitados, antes que los mismos derechos particulares de los grupos más privilegiados» (nº. 120). Dicho de otro modo, los criterios de decisión no pueden ser mis intereses (personales, familiares, corporativos), ni las simpatías partidistas ni ideológicas, ni las estrategias propias del juego del ejercicio del poder. «Tenemos que ejercer este derecho con la máxima responsabilidad moral» (nº. 123), valorando las diferentes propuestas programáticas ayudados por los criterios que nos facilita la Doctrina Social de la Iglesia (DSI) y teniendo muy presentes las necesidades de los sectores sociales más desfavorecidos.

Este año, precisamente, estamos celebrando el aniversario de dos Encíclicas transcendentes en la configuración de la DSI: los cincuenta años de "Mater e magistra" de Juan XXIII y los treinta de "Laborem Exercens" de Juan Pablo II. Nos recuerdan estos documentos del magisterio social dos principios fundamentales que hemos de tener presentes a la hora de decidir nuestro voto. El primero, la sagrada dignidad de la persona: no puede haber ninguna otra consideración (económica, política y/o social) que justifique cualquier ataque a esa dignidad o posponerla para un futuro. En segundo lugar, la centralidad del trabajo como expresión de esa dignidad, por ser aquel el trabajo- realizado por un ser humano. ¿Cómo es tratada la persona y el trabajo en los diferentes programas políticos?, ¿las propuestas concretas apuntan a un desarrollo de la persona en todas sus dimensiones y la dignificación del trabajo?,  ¿ favorece el acceso a un trabajo digno a todos los ciudadanos?, ¿permite la integración social de aquellas personas y colectivos que más dificultades tienen? son algunas de las preguntas que hemos de hacernos.

Obviamente, ante una convocatoria electoral, también hemos de tener presente lo que podríamos denominar  el realismo político. No existe ni puede existir una fuerza política que exprese en su programa toda la riqueza de la DSI y, mucho menos, la traducción en propuestas operativas de la fuerza del Evangelio. Más claro: no hay partidos católicos. Por tanto, no podemos buscar la proposición política perfecta. Hemos de decidir aquella que, en conciencia, entendamos que más pueda acercarnos a un modelo de sociedad y de convivencia que se aproxime mejor a la concepción que emana de nuestra fe. De ahí que pueda existir una pluralidad de voto de los cristianos. Recordamos, lo importante es «ejercer este derecho con la máxima responsabilidad moral, teniendo en cuenta el conjunto de bienes materiales, morales y espirituales que constituyen el bien común de nuestra sociedad» (Los católicos en la vida pública, nº 123).

27 de octubre de 2011

Los cristianos y las elecciones generales

El Secretariado Diocesano de Pastoral Obrera convoca de nuevo el FORO “CRISTIANOS EN LA SOCIEDAD”. En esta ocasión el contenido del mismo será: "Los cristianos y las elecciones generales".
Tendrá lugar el jueves 3 de noviembre de 2011, a las 20.00 horas en la Casa de Acción Católica.
El FORO “CRISTIANOS EN LA SOCIEDAD” se configura como un espacio en el que generar diálogo y debate sobre la presencia de los cristianos laicos en la sociedad desde la referencia de la Doctrina Social de la Iglesia.
Lo impulsa el Secretariado Diocesano de Pastoral Obrera atendiendo a las propuestas del Documento Episcopal "La Pastoral Obrera de toda la Iglesia" relativas a "impulsar la participación de los laicos en la vida pública a través de las instituciones políticas, sindicales, culturales, sociales, ...." (nº 13), "ayudar a dar a conocer la Doctrina Social de la Iglesia y sus exigencias" (nº 22) y contribuir a la "formación social, en orden al conocimiento, profundización, aplicación y difusión de la Doctrina Social de la Iglesia, de la formación de la conciencia social de los cristianos y del compromiso de los mismos en las realidades temporales". (nº 30).
Así mismo, como no podía ser de otra forma, el Secretariado Diocesano de Pastoral Obrera pretende contribuir a la consecución de los objetivos de nuestro Plan Diocesano de Pastoral Obrera desde los fines que le son propios, en esta ocasión el objetivo 8: Ofrecer en el diálogo fe-cultura la propuesta cristiana
sobre temas de actualidad.
Como ya hemos dicho más arriba en esta ocasión el aspecto sobre el que vamos a dialogar serán las próximas elecciones generales del 20 de noviembre y los criterios para situarnos ante ellas que nos ofrece la Doctrina Social de la Iglesia.
También, en la línea de aunar esfuerzos y promover la comunión que pretende nuestro Plan de Pastoral, este acto es convocado conjuntamente por:
  • DELEGACIÓN DIOCESANA DE APOSTOLADO SEGLAR
  • ESCUELA DIOCESANA DE FORMACIÓN
  • ACCIÓN CATÓLICA GENERAL (ACG)
  • HERMANDAD OBRERA DE ACCIÓN CATÓLICA (HOAC)

26 de octubre de 2011

Reflexión de la HOAC ante las elecciones del 20-N

    
Las elecciones siempre son un momento importante en el desarrollo de la vida democrática. Pero estas elecciones, el próximo 20 de noviembre, son especialmente importantes, dada la situación en que se encuentra nuestra sociedad. En particular, por el sufrimiento que la crisis económica y las políticas que se están llevando a cabo están provocando en tantas familias trabajadoras.
Reflexión de la HOAC ante las elecciones del 20-N
Desde la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), como movimiento eclesial en el mundo obrero y del trabajo, pensamos que estas elecciones deben servir para expresar con nuestro voto la necesidad de cambiar de raíz la orientación de las decisiones políticas que se están tomando desde hace muchos años, tanto con gobiernos del PP como del PSOE y, particularmente, las decisiones que se están llevando a cabo para hacer frente a la crisis…

Está en juego el propio futuro de la democracia, el respeto y la promoción de los derechos sociales de personas y familias, las conquistas alcanzadas con muchos años de luchas y sacrificios (derechos laborales, servicios públicos…), la posibilidad de un futuro justo y humano, y, sobre todo, los derechos de las personas empobrecidas. En definitiva, la vida de las personas en todas sus etapas y circunstancias.
Como dice el Papa Benedicto XVI en su encíclica “Caritas in veritate”: “El primer capital que se ha de salvaguardar y valorar es el hombre, la persona en su integridad” (n25).

Y creemos que este principio fundamental para la justicia y la dignidad en la vida social, no se está teniendo en cuenta en muchas de las decisiones políticas que se están tomando.

Es verdad que el cambio de orientación de las decisiones políticas, no depende sólo de las próximas elecciones.

Depende también de cómo nos situemos en nuestra vida cotidiana, de qué reivindicaciones planteemos, de qué compromisos asumamos, de cómo nos hagamos, o no, responsables de la vida social en los distintos ámbitos en que nos movemos…

Depende, en definitiva, de sobre qué valores, formas de vida y principios queremos construir nuestra sociedad.

Situados en este horizonte, queremos ahora centrarnos en lo que está en juego en las próximas elecciones. Durante años se han tomado decisiones que han desviado cada vez más recursos sociales desde la economía productiva real y la inversión del Estado, hacia una economía financiera especulativa, que produce ganancias económicas mayores y más rápidas, pero un falso crecimiento económico.

Se han rebajado los impuestos a las rentas más altas; se ha incrementado la rentabilidad del trabajo, precarizando cada vez más el empleo y debilitando los derechos laborales; se han abierto los servicios públicos al negocio privado…

¿SOBRE QUÉ VALORES, FORMAS DE VIDA Y PRINCIPIOS QUEREMOS CONSTRUIR NUESTRA SOCIEDAD?

Detrás de estas políticas existe una perversión de la economía y una inversión de su sentido, al poner los beneficios privados de las estructuras capitalistas y de los mercados financieros y de sus responsables, por encima de las necesidades sociales de la mayoría de las personas.

Como comunidad cristiana hemos de decir con toda claridad que esto no debe ser así. Una economía funciona bien sólo cuando responde a las necesidades de las personas. Esa y no otra debe ser su finalidad.
Este funcionamiento desviado de la economía es el origen de la crisis. Crisis, que ha castigado a los sectores más empobrecidos y vulnerables de nuestra sociedad, al destruir buena parte de la economía real y del trabajo, incrementado, hasta límites insoportables, el paro. Las medidas tomadas contra la crisis por los gobiernos de España y autonómicos, no sólo no lo han corregido, sino que han agravado la situación.

Además las sucesivas reformas laborales no han aportado nada para combatir el paro y se han puesto mayores dificultades para acceder en el futuro a una pensión justa y digna. Se han debilitado aún más los derechos sociales y los servicios públicos con los recortes que se están produciendo con el pretexto de reducir el déficit público.

Una decisión especialmente grave ha sido la reforma de la Constitución. Para decidir, nada menos que con rango constitucional, que se da prioridad al pago de la deuda, para que continúe funcionando el negocio financiero, sobre las necesidades sociales.

Todo esto está significando un vaciamiento de contenidos de la democracia. Cada vez existe menos transparencia en lo que se hace y se hurta más a los ciudadanos la capacidad de decisión real. No podemos continuar así. Es imprescindible cambiar de raíz el rumbo para poner en primer lugar a las personas, los derechos de los empobrecidos y las necesidades sociales.

UNA ECONOMÍA FUNCIONA BIEN SÓLO CUANDO RESPONDE A LAS NECESIDADES DE LAS PERSONAS

Por todo ello, la HOAC consideramos que en las próximas elecciones, para valorar las distintas propuestas políticas y decidir el voto, es fundamental preguntarse qué medidas concretas se proponen para:
  1. Priorizar las necesidades sociales en lugar de los intereses de los grupos de presión con gran poder económico y subordinar la economía financiera a las necesidades de la economía real.
  2. Dar prioridad real a las políticas de erradicación de la pobreza y a la inversión pública y social dirigida a los sectores más empobrecidos de la sociedad.
  3. Fortalecer el tejido productivo en todos sus sectores, promoviendo un tejido empresarial digno de tal nombre y dar mayor protagonismo a las empresas de economía social, cooperativas, etc.
  4. Revertir las reformas laborales que precarizan el empleo, debilitan los derechos laborales y deterioran las condiciones de trabajo, articulando políticas encaminadas a combatir el desempleo (con especial atención al juvenil) y la precariedad laboral, caminando hacia empleos decentes en condiciones dignas.
  5. Revertir los recortes en los servicios públicos, fortaleciéndolos como garantía de los derechos sociales de las personas y familias, sobre todo en lo que se refiere a educación, sanidad, vivienda y protección social.
  6. Revertir la reforma del sistema público de pensiones, tomando medidas para avanzar en la garantía de pensiones dignas y justas.
  7. Reconocer y promover prácticamente los derechos familiares de las personas y los derechos sociales de las familias.
  8. Revertir todas las decisiones que se han tomado, encaminadas a que las rentas más altas, los beneficios de las grandes empresas y el capital financiero paguen menos impuestos, realizando una reforma fiscal en profundidad, encaminada a una mayor y más justa redistribución de la riqueza social, que facilite al Estado disponer de los recursos para responder a las necesidades sociales básicas.
  9. Promover que el sistema productivo cuide el medio ambiente y caminar hacia un modelo de consumo humano frente al consumismo que devora los recursos, como expresión de nuestra responsabilidad hacia las generaciones futuras.
  10. Fomentar la transparencia y el control efectivo por la ciudadanía de todas las instituciones políticas, la responsabilidad y la formación cívica, como elementos fundamentales para una regeneración democrática que impulse la participación y el protagonismo de la sociedad en la vida política y en la toma real de decisiones.
Se trata, en definitiva, de poner en primer lugar a las personas, los derechos de los empobrecidos y las necesidades sociales.

Comisión Permanente de la HERMANDAD OBRERA DE ACCIÓN CATÓLICA


Para descargar el documento: pinchar aquí.

22 de octubre de 2011

Nota de la CEE ante las elecciones generales de 2011

        
1. El próximo día 20 de noviembre estamos todos convocados a las urnas. Con este motivo, los obispos ofrecemos a los católicos y a cuantos deseen escucharnos algunas consideraciones que ayuden al ejercicio responsable del deber de votar. Es nuestra obligación de pastores de la Iglesia orientar el discernimiento moral para la justa toma de decisiones que afectan a la realización del bien común y al reconocimiento y la tutela de los derechos fundamentales, como es el caso de las elecciones generales.

2. En su discurso sobre los fundamentos del derecho, pronunciado el mes pasado ante el Parlamento federal de Alemania, el Papa recordaba que “el cristianismo nunca ha impuesto al Estado y a la sociedad un derecho revelado, un ordenamiento jurídico derivado de una revelación. Se ha referido, en cambio, a la naturaleza y a la razón como verdaderas fuentes del derecho [...], la razón abierta al lenguaje del ser”. Nosotros hacemos nuestras consideraciones desde ese horizonte de los fundamentos prepolíticos del derecho, sin entrar en opciones de partido y sin pretender imponer a nadie ningún programa político. Cada uno deberá sopesar, en conciencia, a quién debe votar para obtener, en conjunto, el mayor bien posible en este momento.

3. No se podría hablar de decisiones políticas morales o inmorales, justas o injustas, si el criterio exclusivo o determinante para su calificación fuera el del éxito electoral o el del beneficio material. Esto supondría la subordinación del derecho al poder. Las decisiones políticas deben ser morales y justas, no sólo consensuadas o eficaces; por tanto, deben fundamentarse en la razón acorde con la naturaleza del ser humano. No es cierto que las disposiciones legales sean siempre morales y justas por el mero hecho de que emanen de organismos políticamente legítimos.

4. En concreto, como ha señalado el Papa en agosto, aquí en Madrid, la recta razón reconoce que hemos sido creados libres y para la libertad, pero que no actúan de modo conforme con la verdadera libertad quienes “creyéndose dioses, piensan no tener necesidad de más raíces y cimientos que ellos mismos; desearían decidir por sí solos lo que es verdad o no, lo que es bueno o malo, lo justo o lo injusto; decidir quién es digno de vivir o puede ser sacrificado en aras de otras preferencias; dar a cada instante un paso al azar, sin rumbo fijo, dejándose llevar por el impulso de cada momento”.

5. Por todo ello, hemos de llamar de nuevo la atención sobre el peligro que suponen determinadas opciones legislativas que no tutelan adecuadamente el derecho fundamental a la vida de cada ser humano, desde su concepción hasta su muerte natural, o que incluso llegan a tratar como un derecho lo que en realidad constituye un atentado contra el derecho a la vida. Son también peligrosos y nocivos para el bien común ordenamientos legales que no reconocen al matrimonio en su ser propio y específico, en cuanto unión firme de un varón y una mujer ordenada al bien de los esposos y de los hijos. Es necesario promover nuevas leyes que reconozcan y tutelen mejor el derecho de todos a la vida, así como el derecho de los españoles a ser tratados por la ley específicamente como “esposo” y “esposa”, en un matrimonio estable, que no quede a disposición de la voluntad de las partes ni, menos aún, de una sola de las partes.

6. La grave crisis económica actual reclama políticas sociales y económicas responsables y promotoras de la dignidad de las personas, que propicien el trabajo para todos. Pensamos en tantas familias, carentes de los medios necesarios para subvenir a sus necesidades más básicas. Pensamos también en el altísimo porcentaje de jóvenes que nunca han podido trabajar o que han perdido el trabajo y que, con razón, demandan condiciones más favorables para su presente y su futuro. Son necesarias políticas que favorezcan la libre iniciativa social en la producción y que incentiven el trabajo bien hecho, así como una justa distribución de las rentas; que corrijan los errores y desvíos cometidos en la administración de la hacienda pública y en las finanzas; que atiendan a las necesidades de los más vulnerables, como son los ancianos, los enfermos y los inmigrantes.

7. El ordenamiento jurídico debe facilitar el ejercicio efectivo del derecho que asiste a los niños y jóvenes a ser educados de modo que puedan desarrollar lo más posible todas sus capacidades. Debe evitar imposiciones ideológicas del Estado que lesionen el derecho de los padres a elegir la educación filosófica, moral y religiosa que deseen para sus hijos. En cambio, ha de ser facilitada la justa iniciativa social en este campo. La presencia de la enseñanza de la religión y moral católica en la escuela estatal - como asignatura fundamental opcional - es un modo de asegurar los derechos de la sociedad y de los padres que exige hoy una regulación más adecuada para que esos derechos sean efectivamente tutelados.

8. Recordamos de nuevo que se reconoce la legitimidad moral de los nacionalismos o regionalismos que, por métodos pacíficos, desean una nueva configuración de la unidad del estado español. Y también, que es necesario tutelar el bien común de la nación española en su conjunto, evitando los riesgos de manipulación de la verdad histórica y de la opinión pública por causa de pretensiones separatistas o ideológicas de cualquier tipo.

9. Una sociedad que quiera ser libre y justa no puede reconocer explícita ni implícitamente a una organización terrorista como representante político de ningún sector de la población, dado que el terrorismo es una práctica intrínsecamente perversa, del todo incompatible con una visión justa y razonable de la vida.

10. Ante los desafíos que se presentan a la comunidad internacional, son necesarias políticas guiadas por la búsqueda sincera de la paz, basadas en el respeto al derecho, nacional e internacional, así como en la promoción del entendimiento y de la solidaridad entre los pueblos y las culturas.

Pedimos al Señor de la paz y a su Madre santísima que iluminen a quienes vamos a votar, para que lo hagamos de manera verdaderamente libre y responsable.

8 de octubre de 2011

La HOAC, por el "Trabajo Decente"

El 7 de octubre se celebra la Jornada Mundial por el Trabajo Decente.  La Organización Internacional del Trabajo (OIT) fundamenta la realización de esta Jornada Mundial en razones poderosas. “El trabajo decente es esencial para el bienestar de las personas. Además de generar un ingreso… el trabajo decente sintetiza las aspiraciones de los individuos durante su vida laboral” (OIT).

En las actuales condiciones de crisis económica y financiera, pero también moral y ética, es más importante que nunca que los trabajadores y trabajadoras del mundo entero se manifiesten reclamando su derecho a un trabajo decente y una vida decente.
En nuestro país nos han impuesto una reforma laboral permanente que subordina cada vez más los derechos laborales a los intereses del sistema capitalista. Las estadísticas muestran que estas medidas no dan los resultados que prometían, sino que han supuesto un paso más en la vulnerabilidad que sufren los trabajadores y trabajadoras, especialmente los más empobrecidos.

En el ámbito mundial, hay pocos indicios de que se ponga fin a la crisis del empleo. Cada puesto de trabajo perdido representa un drama humano y desde 2008 se han perdido cerca de 40 millones de empleos; ya son 205 millones las personas sin trabajo y 1.450 millones quienes trabajan con empleos precarios. Mientras, las “recetas” abordadas por las entidades económicas internacionales y los gobiernos (reducir y congelar salarios, eliminar derechos, destruir empleo, desmantelar la protección social, privatizaciones, reformas de la negociación colectiva…) añaden, a la situación de precariedad laboral y vital de muchas familias trabajadoras, la exclusión y marginación como consecuencia de la pérdida del trabajo, la carencia de ingresos básicos, el no poder pagar la hipoteca o el alquiler de su vivienda, etc.
De esta forma, el trabajo, que es un bien fundamental para las personas, se está convirtiendo en empleo precario e indecente, que sacrifica a los trabajadores y trabajadoras al dios de la competitividad y del mercado. Las personas y sus derechos se ven sometidas a las exigencias de una economía indecente y nos hacen creer que esto es algo natural y normal.
Ante esta situación desde la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) queremos hacer un llamamiento a la Iglesia y a la ciudadanía en general, para que tomemos conciencia y nos comprometamos en defender la dignidad humana; es el momento de la participación, de la política, de la responsabilidad. Hemos de reivindicar, desde nuestros movimientos y organizaciones, una economía al servicio de la persona, un trabajo decente y condiciones de vida dignas para todas las personas y familias, como nos recuerda Benedicto XVI en su última encíclica “Caritas in veritate”: un trabajo que, en cualquier sociedad, sea expresión de la dignidad esencial de todo hombre o mujer: un trabajo libremente elegido, que asocie efectivamente a los trabajadores, hombres y mujeres, al desarrollo de su comunidad; un trabajo que, de este modo, haga que los trabajadores sean respetados, evitando toda discriminación; un trabajo que permita satisfacer las necesidades de las familias y escolarizar a los hijos sin que se vean obligados a trabajar; un trabajo que consienta a los trabajadores organizarse libremente y hacer oír su voz; un trabajo que deje espacio para reencontrarse adecuadamente con las propias raíces en el ámbito personal, familiar y espiritual; un trabajo que asegure una condición digna a los trabajadores que llegan a la jubilación.  (Caritas in veritate, 63)

Comisión Permanente HERMANDAD OBRERA DE ACCIÓN CATÓLICA (HOAC)