27 de diciembre de 2015

El Papa pide trabajo digno en el Mensaje de la Paz de este año

El Papa denuncia en su Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2016 que la indiferencia globalizada amenaza la paz:
La indiferencia, y la despreocupación que se deriva, constituyen una grave falta al deber que tiene cada persona de contribuir, en la medida de sus capacidades y del papel que desempeña en la sociedad, al bien común, de modo particular a la paz, que es uno de los bienes más preciosos de la humanidad (4)
Efectivamente, en nuestro mundo dominan proyectos económicos y políticos orientados a la conquista y el mantenimiento del poder. Cuando esto ocurre las poblaciones se ven privadas de sus derechos elementales, entre ellos el derecho al trabajo, y "se sienten tentadas a tomárselos por la fuerza". 



En esta situación, una de las peticiones del Papa es un trabajo digno:

Pienso en la creación de puestos de trabajo digno para afrontar la herida social de la desocupación, que afecta a un gran número de familias y de jóvenes y tiene consecuencias gravísimas sobre toda la sociedad. La falta de trabajo incide gravemente en el sentido de dignidad y en la esperanza, y puede ser compensada sólo parcialmente por los subsidios, si bien necesarios, destinados a los desempleados y a sus familias. Una atención especial debería ser dedicada a las mujeres —desgraciadamente todavía discriminadas en el campo del trabajo— y a algunas categorías de trabajadores, cuyas condiciones son precarias o peligrosas y cuyas retribuciones no son adecuadas a la importancia de su misión social (8).
Condición indispensable es la conversión del corazón:
Estamos llamados a que el amor, la compasión, la misericordia y la solidaridad sean nuestro verdadero programa de vida, un estilo de comportamiento en nuestras relaciones de los unos con los otros. Esto pide la conversión del corazón: que la gracia de Dios transforme nuestro corazón de piedra en un corazón de carne (cf. Ez 36,26), capaz de abrirse a los otros con auténtica solidaridad. (5).
Un mensaje claro y contundente, que da profundidad al Año Jubilar de la Misericordia, que no ofrece dudas acerca de nuestra vida cristiana:
La misericordia es el corazón de Dios. Por ello debe ser también el corazón de todos los que se reconocen miembros de la única gran familia de sus hijos; un corazón que bate fuerte allí donde la dignidad humana —reflejo del rostro de Dios en sus creaturas— esté en juego. Jesús nos advierte: el amor a los demás —los extranjeros, los enfermos, los encarcelados, los que no tienen hogar, incluso los enemigos— es la medida con la que Dios juzgará nuestras acciones. (5)
Un mensaje para ser meditado personal y comunitariamente para buscar como hacerlo concreto en nuestras vidas y en las estructuras de nuestra sociedad.

Orando por las familias con dificultades

La comunidad parroquial de Nª Sra. de La Victoria de Valladolid ha celebrado la Festividad de la Sagrada Familia con una Eucaristía preparada por el Equipo Parroquial de Pastoral Obrera "Poniendo rostros y esperanzas en el mundo del trabajo" y la Hermandad Obrera de Acción Católica.

A lo largo de toda la celebración se han tenido presentes a todas las familias que están pasando por alguna dificultad: rupturas familiares, problemas sociales, convivencia conflictiva, migración, ...



Desde esta realidad se ha centrado la mirada en la Sagrada Familia de Nazareth, descubriendo una familia trabajadora y humilde que sabe también de las dificultades pero que las supera y se construye en comunión por la confianza en Dios. En palabras del párroco que presidió la celebración «es una familia que vive muy humanamente y por ello vive muy sagradamente». 

Toda la celebración ha sido una llamada a estar muy atentos a todo aquello que dificulta, e incluso destruye la vida familiar, así como al agradecimiento por la gran cantidad de testimonios concretos y cercanos de familias que viven desde el amor y el servicio.

La Hermandad Obrera de Acción Católica aprovechó para presentar y animar a seguir profundizando en la riqueza que nos aporta la Sagrada Familia mediante una sencilla reflexión titulada: Y TUVIERON QUE HUIR. [Para leerla pinchar aquí]

El Equipo Parroquial de Pastoral Obrera continuará con su esfuerzo de hacer cercana a la parroquia a las familias del barrio sufren las dificultades por unas condiciones de trabajo y una cultura individualista que impiden la vida familiar.


16 de noviembre de 2015

Dificultades de las familias trabajadoras, ¿qué podemos hacer?

El Equipo Parroquial de Nuestra Señora de La Victoria con el apoyo de la Hermandad Obrera de Acción Católica de Valladolid organiza una charla coloquio sobre la relación entre familia y trabajo.

Esta actividad forma parte de un proceso inciado el curso pasado con un encuentro parroquial y posterior trabajo en los grupos sobre la situación de las familias.

Durante este curso se continuará creando conciencia sobre la necesidad de un trabajo digno que haga posible la vida familiar y se intentará contactar con familias para buscar conjuntamente alternativas que hagan viable una vida familiar digna.


La charla coloquio se desarrollará el viernes 27 de noviembre, de 18.00 a 19.30 horas en los locales parroquiales de Nª Sª de La Victoria.  Intervendrán dos militantes de la HOAC: Francisco Porcar, de Castellón y Fefi Valerón, de Canarias y actual Responsable General de Formación.

Para facilitar la participación de familias con niños se ofrece un servicio de guardería.


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Misericordia de Dios en el mundo obrero


Comunicado final de las XXI Jornadas Generales de Pastoral Obrera


Convocados por el Departamento de Pastoral Obrera de la CEAS, de la Conferencia Episcopal, presididos por Mons. Antonio Algora Hernando, y con la presencia de Mons. Jesus García Burillo, nos hemos reunido en Ávila, los días 14 y 15 de noviembre, alrededor de 70 personas de más de treinta diócesis, junto con los presidentes y presidentas de los Movimientos Apostólicos Obreros, para celebrar las XXI Jornadas Generales de Pastoral Obrera.

En el transcurso de las mismas nos hemos sentido conmocionados por el atentado terrorista ocurrido en París, por la muerte injusta e injustificable. Nos duelen estas muertes porque nos duele la vida de cada ser humano que se pierde por causa de la injusticia, y nos reafirmamos en la necesidad de construir una cultura de la paz, sobre la base de la justicia entre los pueblos.

El lema de este encuentro, “Misericordia de Dios para el mundo obrero” ha querido expresar lo que desde siempre, y hoy, quiere ser la Iglesia a través de la Pastoral Obrera, encarnada en la realidad de desempleo, precariedad, deshumanización que viven los hombres y mujeres del trabajo, y responder a la convocatoria del Año de la Misericordia realizada por el papa Francisco.

La realidad de empobrecimiento y deshumanización, -especialmente manifestada en el desempleo de los mayores de 45 años, la precariedad del empleo juvenil, el subempleo de la mujer, la situación laboral de los inmigrantes, las situaciones de pobreza de multitud de familias obreras- la hemos iluminado con la reflexión del teólogo Jesús Espeja, y las experiencias de las diócesis de Sevilla, Cantabria, Bilbao, Ciudad Real y Plasencia, que hemos compartido, y que nos llevan a la conciencia de lo que hay que hacer, y de que es posible hacerlo, como testimonio de la Verdad.

En una sociedad en que el trabajo humano es configurado, cada vez más, como un instrumento de mercantilización de la vida humana, como un instrumento de deshumanización y empobrecimiento, que nos priva de la sagrada dignidad a quienes hemos de trabajar para poder desarrollar nuestra existencia en plenitud, nos vemos urgidos hoy a dotar de sentido el trabajo humano, recuperando su esencial servicio al desarrollo de un verdadero proyecto de humanización personal y comunitario.

Trabajar, poder satisfacer las verdaderas necesidades humanas, realizar la propia vocación, contribuir a la construcción de una sociedad fraterna y humana, posibilitar cauces de construcción de la vida social y política, contribuir, en fin, al bien común, es algo que realiza la persona que trabaja. Deshumanizar el trabajo, precarizándolo e impidiéndolo, destruye la vida social, nos convierte en una sociedad incapaz de mirar compasivamente las necesidades de los más pobres.

Como Iglesia de Jesucristo que quiere caminar con su pueblo, sentimos la invitación renovada del Señor Jesús a ser con nuestra vida instrumentos de la Misericordia de Dios para el mundo obrero, y para ello hemos de renovar nuestro compromiso de presencia encarnada en medio de la vida del mundo obrero y del trabajo para:

. Mirar con misericordia la vida del mundo obrero, oyendo compasivamente su clamor de justicia, y acoger con misericordia a todas las personas que son víctimas de esta economía que descarta a las personas, y las sume en una vida de precariedad; que mata.

. Seguir creciendo en nuestra conversión a Jesucristo y a los empobrecidos, personal y comunitariamente, en nuestras maneras de pensar, en nuestras prácticas, en nuestros estilos de vida y consumo, en nuestra austeridad, en nuestras vidas...

. Seguir denunciando toda injusticia, todo aquello que despersonaliza el trabajo humano, que lo priva de su sagrada dignidad como nos recuerda a menudo el papa Francisco, dignidad que radica en ser el trabajo algo inseparable del ser humano, creado a imagen de Dios.

. Seguir generando dinámicas de solidaridad y comunión en nuestra Iglesia, y crear redes sociales y eclesiales para continuar trabajando por la Justicia que se construye desde la Misericordia.

. Continuar haciendo posibles experiencias concretas de comunión que, desde la lógica del don y la gratuidad, muestren que otro trabajo, otra economía, y otra sociedad son posibles.

Dios, padre de la Misericordia y del Consuelo, aliente nuestro servicio, llene de su ternura la vida del mundo obrero, y nos haga ser instrumentos de su amor, y María de Nazaret, madre de los pobres, nos guíe nuestros para caminar humildemente con nuestro Dios. (Mq 6, 8)


Ávila, 15 de noviembre de 2015


 
 

7 de octubre de 2015

Iglesia por un trabajo decente



“No hay peor pobreza material que la que no permite ganarse el pan y priva de la dignidad del trabajo”. De manera reiterada nos lo recuerda el Papa.

El trabajo es medio imprescindible de realización personal de la propia vocación y reconocimiento de la sagrada dignidad de las personas. Mediante el trabajo construimos la vida social y política y contribuimos al Plan de Dios para la humanidad. Si falta el trabajo, la dignidad humana está herida.

Nuestra realidad queda muy bien resumida por dos titulares:

“Cuatro de cada diez parados llevan más de dos años buscando empleo en Castilla y León. El número de desempleados de larga duración se ha quintuplicado en la comunidad desde finales de 2008 “(El Norte de Castilla, 21 de septiembre de 2015)

El 22% de los chicos y chicas de entre 15 y 24 años trabaja 'de forma involuntaria' en empleos a tiempo parcial frente al 4% de la OCDE” (El Mundo, 22 de septiembre de 2015)

Es, por tanto, ineludible reivindicar la necesidad de un trabajo decente para todas las personas. Debe estar en la agenda política, en las agendas de las entidades sociales y empresariales y en nuestras agendas personales. Y también en las propuestas de nuestra Iglesia.



Como seguidores de Jesucristo, el Obrero de Nazareth, promover y crear un entorno propicio al trabajo decente es esencial para enfrentar los desafíos actuales de creciente injusticia social y desigualdad, reforzando al mismo tiempo la dignidad humana y contribuyendo al bien común. No podemos mirar para otro lado para no ver el sufrimiento humano resultante tanto de estructuras injustas como del egoísmo de las personas que da lugar a formas de trabajo precario o mal remunerado, del tráfico de seres humanos y de trabajo forzado, de variadas formas de desempleo juvenil y de migración forzada.

En España, en Europa y en todo el mundo, el acceso a un trabajo decente debe ser una meta prioritaria de las políticas públicas y de las organizaciones sociales, empresariales y sindicales. Es necesaria la articulación de políticas en España, en la Unión Europea y en el ámbito de Naciones Unidas de cara a la consecución de este objetivo. Es urgente la formulación y puesta en práctica de un nuevo conjunto de objetivos de desarrollo internacionales, junto con unas condiciones de ayuda y unas políticas económicas.

Afirmamos con el Papa Francisco que “nuestro sueño vuela más alto. No hablamos solo de asegurar a todos la comida, o un “decoroso sustento”, sino de que tengan “prosperidad sin exceptuar bien alguno”. Esto implica educación, acceso al cuidado de la salud y especialmente trabajo, porque en el trabajo libre, creativo, participativo y solidario, el ser humano expresa y acrecienta la dignidad de su vida” (EG 192).

España, nuestra Comunidad Autónoma, nuestra provincia no es ajena a la creciente injusticia social, a la creciente desigualdad y a tasas de desempleo muy superiores a la media europea. Por ello, como cristianos el 7 de octubre unimos nuestra voz a la de tantas organizaciones y personas que claman por un trabajo decente para una vida digna.
HERMANDAD OBRERA DE ACCIÓN CATÓLICA DE VALLADOLI

17 de agosto de 2015

Construyendo Iglesia en las periferias del mundo obrero

Comunicado Final de la XIII  Asamblea General de la HOAC.

La HOAC, Hermandad Obrera de Acción Católica, ha celebrado en Segovia su XIII Asamblea General del 13 al 16 de agosto, bajo el lema: “Construyendo Iglesia en las periferias del Mundo Obrero. Justicia, trabajo digno y solidaridad”, en la que han participado 950 personas entre militantes, simpatizantes, acompañantes, invitados e invitadas.

Nos han acompañado el presidente de la Conferencia Episcopal, D. Ricardo Blázquez; el obispo responsable de la Acción Católica Española, D. Carlos M. Escribano; así como el obispo responsable de la Pastoral Obrera, D. Antonio Algora. También hemos contado con la presencia de los obispos de Bilbao, D. Mario Iceta; y de Coria-Cáceres, D. Francisco Cerro.

En distintos momentos de la Asamblea, han participado representantes de los movimientos hermanos de la Acción Católica y de otros movimientos eclesiales, así como representantes del Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos, MMTC, y del Movimiento Europeo de Trabajadores Cristianos, MTCE. También nos han enviado su saludo diversas organizaciones sociales y eclesiales.

A partir de una mirada creyente de la realidad y de la revisión de lo compartido en la Asamblea anterior en 2009, hemos orado, dialogado y decidido lo que serán nuestros objetivos y compromisos para los próximos seis años.

Los hombres y mujeres de la HOAC nos hemos puesto de acuerdo para avanzar en vivir en comunión con los trabajadores y las trabajadoras más precarias y excluidas del mundo obrero y del trabajo. Conocemos y padecemos sus sufrimientos. La HOAC está unida a sus vidas y a sus luchas (también con las organizaciones obreras y sociales) para construir conjuntamente una nueva sociedad donde el trabajo sea digno y donde podamos vivir como una verdadera comunidad.

En los últimos años hemos ido viendo cómo la injusticia y la desigualdad han ido creciendo y hemos visto que las consecuencias son:
• Sufrimiento y deshumanización.
• Pérdida de derechos sociales y laborales de las personas, de las familias y de los pueblos.
• Precarización de las condiciones de trabajo y de la vida de los trabajadores y trabajadoras.
• Descarte de vidas humanas y negación de la dignidad de la persona desde la lógica del capital que duele, hiere y mata.
• De recortes de derechos de expresión pública y reivindicación de las personas y colectivos que más están sufriendo esta situación.

Estas son hoy las periferias del mundo obrero a las que “ahora más que nunca” nos sentimos enviados y enviadas. Y porque la realidad de nuestro mundo no nos resulta indiferente, en la HOAC queremos seguir dando pasos para convertirnos a Jesús y ser Iglesia, Acción Católica encarnada en el mundo obrero y del trabajo.

Para ello vamos a avanzar en vivir la comunión de bienes, vida y acción con las personas empobrecidas, concretándolo en estas propuestas:
• Acompañar la vida de las personas y colaborar con ellas a que se den las condiciones para que podamos vivir nuestra humanidad de manera plena.
• Colaborar a un cambio de mentalidad. Hace falta otra comprensión vital de en qué consiste nuestra humanidad y cómo se construye.
• Colaborar al cambio de las instituciones para que estén mucho más al servicio de las necesidades de las personas, en particular de las empobrecidas.
• Ayudar a construir experiencias alternativas en la forma de ser y trabajar que expresen y construyan la nueva mentalidad que necesitamos.

Creemos que es hora de reforzar, con nuevos bríos, nuestro compromiso de llevar la Buena Noticia, la alegría del Evangelio, al mundo obrero: Le pertenece.

Fruto de nuestro diálogo y compromiso, hemos aprobado cuatro resoluciones que quieren ser voz de Iglesia comprometida con estas situaciones y con las personas que las están sufriendo:
■ “Por una Europa de los trabajadores y trabajadoras.
■ “Una Renta para vivir con dignidad.
■ “En favor de las personas migrantes. No a los Centros de Internamiento de Extranjeros CIES.
■ “Mujeres con hambre y sed de justicia.

También como expresión de nuestra comunión de bienes, hemos compartido la colecta de nuestras eucaristías con cuatro proyectos que potencian el empleo digno y la inclusión laboral:
■ Prelar Textil, S.L.L empresa de economía social (Huelva).
■ Fundación Tots Units. Reciplana, Empresa de inserción: (Castellón).
■ Caja de Resistencia Subcontrata Trabajadores de Movistar.
■ Contexto, como expresión de solidaridad con trabajadores y trabajadoras de Bolivia.

Renovados en el encuentro personal y comunitario con Cristo y alegres por comunicar la esperanza del Evangelio, hemos celebrado la eucaristía en la Catedral de Segovia y hemos llenado su Plaza Mayor para reclamar públicamente #trabajodigno y denunciar la precariedad laboral que sufrimos la clase trabajadora en nuestro país y que hoy dificulta la vida personal,  familiar y social.

El amor del Dios Padre y Madre otorga a cada persona una dignidad infinita, lo que nos compromete a incluirlas en la casa común que es la “hermana madre tierra”, ese libro no escrito a través del que nos habla Él y que es reflejo del amor a todas sus criaturas.

Enviados y enviadas por la Iglesia, ofrecemos nuestras vidas, al igual que hicieron los y las militantes queentregaron su vida por el Reino, por la causa de la justicia y de los pobres. A su vez, nos comprometemos a seguir construyendo esa “casa común”, con la alegría que nos da el saber que en esta misión nos sentimos acompañados por Jesucristo, el obrero de Nazaret, y llamados a seguir “Construyendo Iglesia en las periferias del mundo obrero”.

26 de abril de 2015

Por un trabajo decente, por un domingo libre de trabajo

Nota para la festividad del 1º de mayo, San José Obrero


En la celebración del 1º de mayo, San José Obrero, fiesta cristiana del trabajo, se nos ofrece un año más la ocasión de recordar lo que celebramos y de seguir empeñando nuestras fuerzas, las que Dios nos da, en la construcción del Reino de Dios. Es el permanente compromiso de la Iglesia que quiere seguir, en fidelidad, los pasos de su Señor; es el compromiso que se nos ha invitado a vivir renovadamente con ocasión del reciente XX aniversario de "La pastoral Obrera de toda la Iglesia".

Tristemente, tenemos que seguir reconociendo la existencia de injusticias que afectan directamente a los hombres y mujeres del mundo del trabajo y a sus familias, deshumanizando la vida, precarizando el trabajo y la existencia, dificultando la vida familiar y los proyectos personales: el desempleo, la precariedad, la desregulación de las condiciones de trabajo, las inhumanas condiciones de trabajo en algunos sectores productivos, la falta de reconocimiento efectivo de derechos laborales que son expresión de los derechos humanos, y de la sagrada dignidad de la persona; se sigue anteponiendo el beneficio a la dignidad del trabajo humano.

En palabras del Papa Francisco: "Es hora de favorecer las políticas de empleo, pero es necesario sobre todo volver a dar dignidad al trabajo, garantizando también las condiciones adecuadas para su desarrollo. Eso implica, por una lado, buscar nuevos modos para compaginar la flexibilidad del mercado con la necesaria estabilidad y seguridad de las perspectiva laborales, indispensables para el desarrollo humano de los trabajadores; por otro lado, significa favorecer un adecuado contexto social que no apunte a la explotación de las personas, sino a garantizar, a través del trabajo, la posibilidad de construir una familia y de educar a los hijos... Ha llegado la hora de construir juntos la Europa que no gire en torno a la economía, sino a la sacralidad de la persona humana".

Esta tarea, que es de toda la sociedad, es también una tarea propiamente eclesial, porque lo que está en juego en un trabajo digno es la dignidad de la persona y la suerte de los pobres, por eso invitamos a toda la comunidad eclesial a implicarse en esta tarea como "nuestra causa". Es la invitación de san Juan Pablo II:
"Para realizar la justicia social... son siempre necesarios nuevos movimientos de solidaridad de los hombres del trabajo. Esta solidaridad debe estar siempre presente allí donde lo requiera la degradación social del sujeto del trabajo, la explotación de los trabajadores... La Iglesia está vivamente comprometida en esta causa, porque la considera como su misión, como verificación de su fidelidad a Cristo, para poder ser realmente la "Iglesia de los pobres". Y los pobres... aparecen en muchos casos como resultado de la violación de la dignidad del trabajo humano: bien sea porque se limitan las posibilidades del trabajo -es decir por la plaga del desempleo-, bien porque se desprecia el trabajo y los derechos que fluyen del mismo, especialmente el derecho al justo salario, a la seguridad de la persona del trabajador y de su familia".

Es necesario poner en el centro de la vida social, política y económica a la persona, poner el trabajo por delante del capital. Es imprescindible el trabajo digno para hacer posible una vida digna hoy para personas y familias. Es necesario promover políticas de fomento del empleo digno y estable por encima de cualquier otra cosa.

Por eso adquiere especial significación en esta situación la campaña que diversas organizaciones católicas en nuestro país han puesto en marcha, acogiendo la Declaración por un trabajo decente que representantes de organizaciones de inspiración católica y de congregaciones religiosas, junto con las autoridades de la Santa Sede y los líderes de la Organización Internacional del Trabajo, hicieron pública en abril de 2014 con el objetivo de colocar explícitamente el "trabajo decente para todas las personas" entre los objetivos de desarrollo sostenible en la agenda post-2015.

Igualmente es importante promover condiciones de justicia que posibiliten un domingo libre de trabajo, y activar la campaña que en la COMECE (Comisión de las Conferencias Episcopales de la Comunidad Europea) se viene impulsando desde el año 2011.

Queremos hacer nuestro ese objetivo de promover y crear un entorno propicio al trabajo decente. Es esencial para enfrentar los desafíos actuales de creciente injusticia social y desigualdad, reforzando al mismo tiempo la dignidad humana y contribuyendo al bien común. Un trabajo decente que, como nos recordaba Benedicto XVI retomando la iniciativa de San Juan Pablo II, "significa un trabajo que, en cualquier sociedad, sea expresión de la dignidad esencial de todo hombre o mujer: un trabajo libremente elegido, que asocie efectivamente a los trabajadores, hombres y mujeres, al desarrollo de su comunidad; un trabajo que, de este modo, haga que los trabajadores sean respetados, evitando toda discriminación; un trabajo que permita satisfacer las necesidades de las familias y escolarizar a los hijos sin que se vean obligados a trabajar; un trabajo que consienta a los trabajadores organizarse libremente y hacer oír su voz; un trabajo que deje espacio para reencontrarse adecuadamente con las propias raíces en el ámbito personal, familiar y espiritual; un trabajo que asegure una condición digna a los trabajadores que llegan a la jubilación."

En efecto, no podemos dejar sin respuesta el sufrimiento humano resultante tanto de estructuras injustas como del egoísmo de las personas que da lugar a formas de trabajo precario o mal remunerado, del tráfico de seres humanos y de trabajo forzado, de variadas formas de desempleo juvenil y de migración forzada. En España, en Europa y en todo el mundo, el acceso a un trabajo decente debe ser una meta prioritaria de las políticas públicas y de las organizaciones sociales, empresariales y sindicales. Es necesaria la articulación de políticas en España, en la Unión Europea y en el ámbito de Naciones Unidas de cara a la consecución de este objetivo. Es urgente la formulación y puesta en práctica de un nuevo conjunto de objetivos de desarrollo internacionales, junto con unas condiciones de ayuda y unas políticas económicas.

Nuestro compromiso cristiano es siempre Acción de Gracias. La mejor manera que tenemos de celebrar esta fiesta es mediante la Acción de Gracias que reconoce con gratitud los bienes recibidos del Señor y nos impulsa a compartirlos con nuestros hermanos para que todos puedan vivir. La mejor manera de celebrarlo es encontrarnos en el camino de la Vida, tras los pasos del Señor Resucitado, acompañando la vida de los pobres y trabajando por recuperar su dignidad. A esa tarea os invitamos. En esa tarea nos encontramos.

1 de mayo de 2015

+ Antonio Ángel Algora Hernando
Obispo prior de Ciudad Real
Obispo responsable de Pastoral Obrera de la CEE

18 de abril de 2015

Por un trabajo digno para la vida

El mundo obrero y del trabajo tiene próximamente dos celebraciones significativas: el martes 28 de abril el Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el trabajo y el viernes 1 de mayo el Día Internacional del trabajo.

Para la Doctrina Social de la Iglesia el trabajo es un derecho fundamental y un bien para el hombre: un bien útil, digno de él, porque es idóneo para expresar y acrecentar la dignidad humana. La Iglesia enseña el valor del trabajo no sólo porque es siempre personal, sino también por el carácter de necesidad (CDSI 287). Por ello la capacidad propulsora de una sociedad orientada hacia el bien común y proyectada hacia el futuro se mide también, y sobre todo, a partir de las perspectivas de trabajo que puede ofrecer. (CDSI 289)

Las cifras a menudo ocultan los rostros, las historias vitales, los sufrimientos, y también las esperanzas, de aquellas personas y familias que sufren por no tener trabajo o porque el que tienen no les permite vivir con dignidad y desarrollarse como seres humanos; de aquellas personas y familias que han perdido a alguien en un accidente laboral o sufre las consecuencias del mismo.

La Hermandad Obrera de Acción Católica de Valladolid y el Equipo de Pastoral Obrera de la parroquia de Nuestra Señora de La Victoria, desde su condición de seguidores de Cristo Resucitado, son sensibles a esta realidad y han organizado dos actos para orar y renovar el compromiso por un trabajo digno para la vida.

El Secretariado Diocesano de Pastoral Obrera convoca a participar en esos actos a los cristianos de Valladolid y a toda persona de buena voluntad que quiera unirse a ellos. Los dos tendrán lugar en la Parroquia de Nuestra Señora de La Victoria (C/ Dársena 4 bis - Barrio de La Victoria) los días:
  • Martes 28 de abril, a las 20.00 horas: EUCARISTÍA POR LA VIDA EN EL TRABAJO.
  • Jueves 30 de abril, a las 20.30 horas: VIGILIA DE ORACIÓN POR UN TRABAJO DIGNO