La realidad
de los desahucios en España es una de las consecuencias más dramáticas
de todo este sinsentido que está siendo la situación económica actual. Vemos
cómo diariamente se manda a vivir a la calle a familias enteras, cuando hay una
cantidad enorme de pisos vacíos en todo el país. Todos conocemos, en nuestras
ciudades y pueblos, zonas en las que la construcción más salvaje ha dejado
edificios sin vender y que van a echarse a perder antes de ser utilizados, sin
embargo, los bancos y cajas, algunos de los principales responsables de toda
esta situación, ejecutan los desahucios sin límite. Junto a los bancos y las
cajas, se han beneficiado de la especulación ayuntamientos, inmobiliarias,
ciudadanos que aprovecharon la situación…
Es más que
alarmante el papel que los gobiernos han adoptado. Por un lado, permitieron en
su momento el crecimiento de hipotecas “regaladas” y la especulación sin mesura
que, hasta el más desinformado, sabía cómo iban a acabar. Por otro lado, ahora
no son capaces de modificar las injustas leyes que crearon porque no quieren
enfrentarse a las grandes entidades que les financian y aseguran puestos de
consejeros para su retiro. Además, ponen al servicio de intereses particulares
a funcionarios del estado que deberían ser los garantes del interés general.
Cada familia
que se ve en la calle, cada suicidio inducido por la desesperación, cada piso
sin utilizar almacenado por los especuladores … son un grito contra este
sistema, un clamor contra aquellos que piensan en el mundo como un gran tablero
de juegos, en el que las personas somos fichas que pueden mover a su antojo
para llenar sus bolsillos.
Ante todo
esto, ¿qué tenemos que decir los cristianos y cristianas? Jesús nos exhorta una
y otra vez en el Evangelio a estar al lado de los más necesitados, a fijarnos
en los últimos, a acercarnos a los que están “sentados junto al camino” (Lc
18, 35). Son estas personas las que están sufriendo más directamente las
consecuencias de la crisis y el despropósito de los desahucios. Como Iglesia no
podemos quedarnos al margen de esta realidad, tenemos que ser sensibles al
sufrimiento de tantas personas y estar activos en la búsqueda de alternativas a
esta situación. En este Año de la Fe, que la Iglesia nos propone, releemos en
el Catecismo de la Iglesia: “Los traficantes cuyas prácticas usurarias y
mercantiles provocan el hambre y la muerte de sus hermanos los hombres, cometen
indirectamente un homicidio. Éste les es imputable.” (CIC 2269) En el documento
que nuestros Obispos publicaron el 3 de octubre, “Ante la crisis, solidaridad”, se
pide “que los costes de la crisis no recaigan sobre los más débiles”. Es
nuestra tarea como cristianos y cristianas en el mundo de hoy proponer
alternativas, buscar soluciones y encarnarnos en estas realidades de
precariedad y sufrimiento. Hemos de abordar el problema de los desahucios,
colaborando directamente en la búsqueda de una solución y proponiendo como
Iglesia, medidas de urgencia, y además no renunciar a la siempre necesaria
denuncia de las causas (estructurales, morales y culturales) que están en el
origen de la presente situación.
En otro
documento de la Conferencia Episcopal: “Declaración ante la crisis moral y
económica” se nos anima a los y las cristianas “a discernir el momento presente
y a comprometerse con generosidad y solidaridad”. Como Acción Católica, general
y especializada, nos sentimos muy cercanos a todas estas realidades e
intentamos ser testimonio de esperanza y compromiso contra las consecuencias de
la crisis que están empobreciendo, aún más, a los últimos, poniendo en una
situación de extrema necesidad a gran parte de la población del país.
Si bien esta crisis la provocaron unos pocos por acción y muchos por omisión, somos la inmensa mayoría quienes la estamos sufriendo. Es desde esta mayoría desde donde tiene que venir la alternativa a esta situación y, como Acción Católica, queremos y debemos estar presentes en esta construcción de un mundo más acorde con el plan de Dios, otro mundo posible y necesario.
En
consecuencia animamos a los y las militantes de la Acción Católica y a toda la
comunidad cristiana, a apoyar las distintas propuestas que es están
desarrollando en España, como por ejemplo la Iniciativa Legislativa Popular que
propone:
1. Que se
reconozca la dación en pago en la ejecución hipotecaria.
2. Que se
paralicen los desahucios cuando se trate de la vivienda habitual y el impago
del préstamo sea debido a motivos ajenos a la voluntad del hipotecado.
3. Que
se reconozca el alquiler social. De manera que el ejecutado pueda seguir
residiendo en la vivienda pagando un alquiler no superior al 30 % de sus
ingresos.
Presentamos
estas líneas con la única pretensión de ser una reflexión sobre uno de los
aspectos de la crisis que nos afecta y nos impulse a todos a sostener a
quienes más sufren en este momento y a trabajar por una sociedad más justa.
Federación de Movimientos de Acción Católica Española
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